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06/06/2022

ENTREVISTAS - LA NACION

De madres a hijas: dos generaciones y una misma pasión


Susi y Alejandra Aczel, Eliana Bórmida y Luisa Yanzón cuentan cómo los lazos de sangre también pueden ser líneas de empatía profesional


5 de junio de 2022
Vivian Urfeig
PARA LA NACION

 

Nacidas y criadas entre planos y muebles de autor, Alejandra y Luisa dibujaban y pintaban desde chiquitas. Esos trazos, atesorados por sus madres, fueron la precuela del croquis, la representación gráfica que se hace a mano, y a ojo, y caracteriza a las disciplinas proyectuales. Pilas de hojas, libretas y cuadernos donde las nenas plasmaban paisajes y recuerdos de los viajes que hacían en familia. Absorbieron como esponjas el lenguaje, la dimensión del espacio, la combinación de texturas. Crecieron de la mano de madres exitosas, emprendedoras, de formación sólida. Mujeres pilares de estudios emblemáticos que se hicieron un lugar propio en un ámbito masculino. Caminaron a la par, tuvieron acuerdos y desacuerdos. Y construyeron su propia historia.

Susi y Alejandra Aczel por un lado, Eliana Bórmida y Luisa Yanzón por el otro, son madres e hijas, arquitectas, constructoras de historias familiares y profesionales exitosas que comparten el trabajo y logran un equilibrio donde los vínculos se potencian.

 

Juntas pero no revueltas
Eliana Bórmida y Luisa Yanzón son sinónimo de la arquitectura e interiorismo de bodegas, premiadas y reconocidas internacionalmente. El estudio donde trabajan, con base en Mendoza, se completa con el arquitecto Mario Yanzón, marido de Eliana y padre de Luisa, y es uno de los más prestigiosos en arquitectura y diseño interior. Ocupa un edificio entero, donde Luisa dirige su propia oficina dedicada al interiorismo.

"Quería ser actriz y cocinera, estaba convencidísima. Pero pasaron cosas", dice Luisa Yanzón, 41 años, arquitecta por elección. "Durante una práctica en un restaurante reconocí que la vida sacrificada del cocinero no era para mí. Y después vino un viaje a Italia, donde no paré de dibujar y admirar la escala de las ciudades", recuerda.

"Desde chiquita miraba como arquitecta, es lo que mamó en casa, pero nosotros siempre le dimos la libertad de elegir", subraya Eliana, 75 años, mientras pone cara de "yo ya lo sabía". Cuando Luisa pegó el volantazo, el estudio Bórmida & Yanzón Arquitectos -que cumple 50 años de trayectoria- ya picaba en punta. Y ella optó por Chile y México para arrancar con su formación académica, porque en Mendoza, dice, no quería ser "la hija de".Mientras Eliana, la madre, afianzaba su carrera como docente universitaria especializada en la historia de la arquitectura en paralelo a su trabajo en el estudio, Luisa viajaba y se perfeccionaba en el exterior. A los 23 ya estaba recibida, ansiosa por empezar a trabajar.

"Su primer puesto en el estudio fue de dibujante rasa, sin ningún privilegio. No era correcto que se saltara escalones", dice tajante Eliana. Luisa aceptó el desafío: ocho horas diarias dibujando carpinterías y molduras. "Una tortura china, la rutina no era lo mío. Soy muy ansiosa y me embolaba mucho", confiesa.

Durante una cena familiar Luisa planteó la posibilidad de armar su propia oficina de interiorismo, en el marco del estudio Bórmida & Yanzón, en uno de los pisos del edificio que se transformó en faro de la arquitectura bodeguera.

"A fines de los años noventa entendimos que la bodega era un espacio para socializar, no solo para producir vino. A partir de este concepto el crecimiento fue exponencial", señala Eliana. Entre los desarrollos emblemáticos figuran The Vines Resort & Spa, Salentein, Rutini y Solo contigo. En el corazón del Valle de Uco, estos espacios articulan materiales y texturas locales y se configuran como hitos en el paisaje mendocino.

Al tiempo que llovían los proyectos comerciales, Eliana enfrentó un revés académico cuando su candidatura como decana de la Universidad no pudo concretarse. "Me marcó muchísimo, fue un quiebre, un límite a la docencia. Y una oportunidad para entender que había lugares abiertos para mujeres, pero otros no", afirma.

"Eliana es completa, teórica y, como arquitecta, bien definida -la define su hija-. Su opinión es valiosa, la consulto mucho".

La madre devuelve la mirada: "Luisa es un saltamontes, tiene mucha frescura y espontaneidad. Es curiosa, y muy generosa. Disfruto mucho cuando coincidimos en un proyecto y ella se ocupa del interiorismo. Compartimos el mismo pensamiento conceptual".

Y la hija bromea: "Nos encanta viajar juntas, pasear con Eliana es estar con Google en persona".

Sobre sus propios hijos, Luisa piensa lo mismo que pensaba su mamá cuando la veía dibujar y ya intuía el ADN arquitectónico: "Que sean lo que quieran ser. Sé lo difícil que es encontrar un lugar propio cuando ya está todo armado", explica. "Hay uno que tiene pasta. Si se decide mejor que viaje, que se forme afuera y encuentre su don. Recién ahí que aporte a la cultura del estudio", determina Eliana desde su lugar de abuela.

 

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